Covid-19. La crisis de la pandemia, como laboratorio de control social. Vecinos que vigilan a otros vecinos. Policías y militares, controlando el cumplimiento de las medidas de confinamiento. Desescalada por fases. Controles de temperatura. Geolocalización de la ciudadanía. Rastreo de contactos. Comunicaciones intervenidas. Pasaporte inmunológico. Intimidad en pijama, expuesta en el videochat y en el balcón de los aplausos.
Desde su atalaya, el poder monitoriza todo y convierte a las personas en “targets” de su ojo electrónico.
Como en “Blow up”, amplío hasta la descomposición en píxeles detalles de fotografías realizadas desde mi ventana, en el piso 11º de mi edificio, para encontrar “persons of interest”, como haría una cámara de videovigilancia o un satélite espía.