El proyecto AUTOGRAFÍAS pretende una reflexión sobre el fenómeno fan, característico de la cultura de masas, y en concreto sobre el hábito-adicción de coleccionar fetiches relacionados con las celebridades: autógrafos, fotografías firmadas, objetos personales, o bien las fotografías que los fans se hacen con los famosos para mantener un registro del encuentro con la persona admirada.
AUTOGRAFÍAS propone un giro sobre estos elementos del fetichismo de la fama, especialmente, aquellos relacionados con la presencia personal junto al personaje célebre, es decir, la petición de autógrafos y la costumbre de fotografiarse con él o ella.
La fusión de ambos conceptos, autógrafo y fotografía, obtiene como resultado la autografía, acto que consiste en que el fan le presta su cámara al personaje para que se autorretrate. Con este gesto se crea un nuevo producto-fetiche cultural, que participa de elementos inherentes a los dos anteriores:
La autografía posee además elementos propios del autorretrato fotográfico, en concreto el que se realiza con la cámara en la mano, lo que se conoce popularmente como selfie. Podemos comprobar la manera como el famoso se mira a sí mismo y al objetivo, su actitud ante la cámara autodirigida, su grado de narcisismo, o de pudor o incomodidad. Así, serán especialmente interesantes para este proyecto aquellos personajes relacionados con el mundo de la imagen, los que están acostumbrados a mirar por una cámara y aquéllos cuyo trabajo es “saber estar” delante del objetivo.
La primera de las normas autoimpuestas para desarrollar el proyecto AUTOGRAFÍAS es la exigencia de que sea yo mismo quien haga la petición al personaje, con una breve explicación del proyecto artístico. Situarme personalmente en el papel del fan que solicita un autógrafo (autografía) a un personaje al que admiro en cierta medida.
No tienen cabida los autorretratos de famosos encontrados, comprados o enviados a mí, ni siquiera por ellos mismos. La presencia ante la persona admirada es un valor clave en el culto a las celebridades. Es la presencia la que aporta el valor al objeto-fetiche, que es un registro o sustituto del momento vivido.
Por otra parte, la actitud del sujeto hacia un autorretrato es diferente si se realiza en la intimidad, en un estudio profesional, o si tiene lugar de manera inesperada y apremiante, y va destinada a una persona desconocida.
La segunda regla trataría sobre la selección de los personajes que serían candidatos a una petición de autografía. Aquí cabrían varias reflexiones: