A pesar de su condición efímera, el globo, juguete tradicional, bello y mágico, sobrevive en un mercado del ocio (infantil y adulto) definitivamente tecnocrático, digitalizado, consumista y devorador. Lo mismo que los vendedores de globos sobreviven aún cuando las cadenas multinacionales del juguete, de la electrónica de consumo y del ocio en general, han conseguido acabar con nuestras jugueterías de barrio, y con otras muchas tiendas que también nos vieron crecer, y que poco a poco se fueron quedando sin aire.
4º Premio en el certamen fotográfico Periscopio Vitoria-Gasteiz 2009.