No habrá un después

No habrá un después

Fui un niño que cuidaba sus Airgam Boys de manera obsesiva. Sufría pesadillas si se perdía el escudo de un Playmobil. Y tenía envidia de mis amigos, que poseían todas las figuras de “La guerra de las galaxias”. El Halcón Milenario. Todas las naves. El Monopoly. El Scalextric. Los G.I. Joe. El deseo y la publicidad alimentaron al pequeño consumista que crecía dentro de mí, y éste terminó de eclosionar cuando empecé a ganar mi propio dinero.

En esta serie muestro juguetes que he comprado en mi vida adulta. Unos, porque no los tuve de niño, como las figuras y naves de “Star Wars”, o el Geyperman (me lo regalaron mis padres cuando ya sumaba la treintena). Otros, como los Airgam Boys o el Tente, porque sí los tuve.
Valoro esos juguetes como tesoros, reliquias de un tiempo que no volverá. Víctimas a su vez de un mercado que dicta lo que es efímero, que deja de fabricar productos que para las personas son más que artículos de consumo: son una parte de nuestras vidas.

Josean Pablos. No habrá un después

 

Josean Pablos. No habrá un después

 

Josean Pablos. No habrá un después

 

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Josean Pablos. No habrá un después

 

Josean Pablos. No habrá un después

 

Josean Pablos. No habrá un después

 

Josean Pablos. No habrá un después

 

Josean Pablos. No habrá un después

 

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Josean Pablos. No habrá un después

 

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Josean Pablos. No habrá un después

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